lunes, 19 de diciembre de 2022

Mi Abuelo (fotoreportaje)

 MI ABUELO



Estas fotos se las hice a mi abuelo poco antes de su muerte. Me había insistido en que tenía que ir a la Estación Mapocho a ha comprar mariscos frescos y cortarse el pelo. Así es que tomamos un auto y apenas aterrizamos se me escabulló y se metió a aquel restorán. Claro, ese era su ambiente, sus bares, un barrio en el que Charles Bukowski se sentiría como en casa. El doctor le había dicho que si no paraba de beber podía morir, y recuerdo perfectamente cuando mi abuelo me soltó lo siguiente, afuera del hospital: "Sabe iñor, para mí, el que nace chicharra, muere cantando". Yo, que estuve en ese hospital 8 horas esperando que lo atendieran, que incluso tuve que dormir allí, entremedio de los vagabundos que acuden al hostipal público buscando un techo y escapar del frío (el mismo día en que el hijo de puta de Jaime Mañalich, Ministro de Salud de Piñera dijo: "Nuestro sistema de salud es uno de los mejores y más eficientes del planeta") me sentí devastado, pero también recordé al poeta chileno Jorge Teillier, que decidió beber hasta la muerte a pesar de su enfermedad y su mujer decidió no llevarle la contra. Así que pensé, bueno, si mi abuelo quiere beber, bebamos. Así es que ese día, en la Estación Mapocho, con mi abuelo, nos agarramos tremenda borrachera.

Mi Abuelo fue un niño que no tuvo una familia que lo acogiera y que a la edad de 10 años terminó en la calle buscándose la vida. Empezó a beber de niño y aprendió a pintar casas y con eso se ganó el resto de su existencia. Siempre me contaba que cuando era joven fue a pintar la virgen, esa que queda en la punta del cerro San Cristobal, pero quedó colgando de la mano de la estatua, (me dijo que corría mucho viento y que las cuerdas del arnés se habían enredado, pero también me confesó que se había puesto a beber vino con sus colegas para darse valor y subirse a esa enorme escultura) o de como se tomaron "La Victoria" la primera toma de terrenos exitosa de latinoamérica, con la ayuda de dirigentes del Partido Comunista de Chile, también me habló de peleas con cuchillo en el pasaje Magallanes de "La Legua" (mi abuelo usaba sus herramiertas como armas), o de como vendía revólveres taurus de diferentes calibres en una población del sur de Santiago. También de cuando intentó asesinar a su hermano 3 veces, la primera vez su hermano salió corriendo, la segunda, ocurrió en bar de la calle 10 de Julio Huamachuco, mi abuelo me contaba que cuando buscó su taurus calibre 38, en el bolsillo interior de su chaqueta, esta no estaba (mi abuelo sospecha de que sus amigos se la escondieron). La tercera vez, mi abuelo iba dispuesto a matarlo, la taurus cargada, le habían avisado que había llegado recién desde Valparaiso, pero al encontrarlo, mi abielo vio a un hombre sin piernas y llevado por una mujer en silla de ruedas y sintió compasión por ese hombre, a quien culpaba de horribles golpizas y otros y peores maltratos que hicieron que mi abuelo terminara en la calle a los 10 años.

Siempre me repetía la siguiente frase: " Si yo hubiese tenido un padre, sería otra persona, sería deportista o inventor, mi padre, lo único que hizo por mí, fue llevarme un día al zoolígico y regalarme un paquete de harina tostada, no lo vi nunca más. Atesoré ese paquete durante años, esperando a que regresara".
Eso de "deportista o inventor" no era algo muy alejado de la realidad, porque mi abuelo siempre fue un hombre musculoso, levantaba enormes pesas que fabricaba con cemento e inventaba extraños instrumentos musicales con los trastes y tarros de pintura a los que le ponía cuerdas de guitarra o los cubría en un extremo con cuero, para usarlos como percusión, todas estas cosas la guardaba en el patio, al lado de una enorme montaña de botellas de vino vacías que yo, cuando niño, observaba fascinado.


Como suele ocurrir, y es comprensible, la familia toma distancia de las personas alcohólicas, es más, muchos no lo querían ver ni en pintura. Yo, por mi parte, decidí no dejarlo solo, llegaba todos los días a su casa y lavaba su ropa, limpiaba su casa, cocinaba, lo acompañaba al doctor y le compraba sus medicamentos: ¡Abuelo! ¿Qué quiere comer? pizza, sushi, lo que quiera. Pero a mi abuelo no le importaba comer, solo quería la botella que yo le llevaba escondida en mi mochila.



A pesar de todo, y con 85 años, no falleció a causa del alchool. Le conseguimos un lugar en el cementerio general, un lugar que a él le hubiese gustado mucho.


Hace poco, me compré una casa. Desde la ventana se puede ver la estatua de la Virgen, y yo, que no creo en dios, todos los dias cuando me levanto y abro las cortinas, pienso que ahí está mi Abuelo, don Manuel Alejandro Castro, desde la cima del cerro, cuidándome.





No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Fragmento de audio de una Ceremonia de Ayahuasca en La Sierra Nevada, Co...

No es fácil dárselas de don Quijote y echar a andar por estos territorios montañosos que son controlados y disputados por grupos armados com...